repertorio


julio 09, 2010

cero dos cero siete dos cero diez. cero a la izquierda.

¿A qué tengo derecho? Creo que a casi nada. Y entonces, ¿por qué sí tengo obligaciones? Debo revisar nuevamente todos mis días, a ver cuál fue. En dónde comenzó esta locura. A raíz de cuál de mis errores. Estoy sola ahora, nunca le llegué ni a la suela de los zapatos, tal vez por vivir mi vida, o tal vez, y esto es más seguro, porque ella era inalcanzable.

Ahora necesito su sabiduría, así esa sabiduría sólo existiera en mi imaginación. Necesito saber cómo reaccionar, qué palabras decir, cómo sentir algo diferente a este ahogo, a esta desesperación. Me descuidé… yo confiaba. Siempre pensaba: “con su pinta y mi cariño…” como si sólo el amor bastara, o la dedicación exclusiva, o el deseo.

Ella se fue sin dar explicaciones, ni pistas, ni consejos, ni envión. Sólo se fue y si desde algún lugar ve esto, seguro que no le debe gustar. ¿O es a mí a quien no le gusta? A ninguna de las dos. Ella no hubiera perdonado, yo no siento que haya algo que perdonar, pero quiero encontrar el camino para salir y, en lo que al hecho se refiere, no es retrocediendo yo.

No hay escándalo en cuanto a terceros, lo que hay es un escándalo bíblico, una confusión en los valores, ya desconozco hasta mis pensamientos, no sé en qué estoy pensando, sólo estoy sintiendo, con llanto, con espasmos, con náuseas, jaquecas, palpitaciones. Soy una pulpa silente y temblorosa.

En cambio ella sabría qué hacer. ¿Por qué falté tanto a esas clases que seguro me habrá dado? ¿Por qué no supe repartir correctamente los veinte años que la tuve entre mis juegos y aprender, aprenderla, imitarla, alcanzarla? he sido una idiota.

Qué difícil será de ahora en más pegar un ojo, estar tranquila, confiar. Yo lo veía raro, cambiado… era por eso.

Acá se niega todo. “yo sé controlarlo” “a mí eso no me va a pasar” “sucede sólo de vez en cuando”. O, el otro: “a mí me gustaría que no lo hicieras más”, dejando bien sentado que no se cree capaz de poner algo de orden en este quilombo, un hombro en la tragedia, un oído a sus palabras ocultas.

Cuánto la necesito, es que estoy convencida de que ella hubiera podido ayudarnos. Es más, sé que si ella no se hubiera ido, nada de esto estaría pasando.

Nunca son gratis los viajes. Ninguno.

Me confundo entre el amor y el discurso incoherente. Hago todo el esfuerzo por entender lo que dice enrevesado y lo que no dice, y pregunto sencillito, pero sus respuestas me resultan más raras aún.

Ella hubiera visto muy mal esto, al menos eso creo yo, con su parte que vive en mí. Ella, sospecho, protestaría por cada injusticia…

Ella, es seguro, ya tendría tomadas las cuatro o cinco decisiones que hay que tomar para poner el mundo en orden. Ni miras de los conflictos que padezco y con los que me retuerzo a diario.

Así era ella, segura, adalid, casi omnipotente, contemporizadora, capaz, valiente, prolija, organizada…

¡Caray! Estaba llena de virtudes.

Era mi modelo a seguir.

A seguir desde lejos.

Inalcanzable.

claudia bonoris - buenos aires

julio 2010